Hay veces en que una corre por la vida como por debajo del galope de las patas de un caballo, atenta no sólo a sus pasos sino a los cascos que amenazan la cabeza. Supongo,- me da por pensar ahora que tengo un ratito para mí, excusa pura y dura,- que son los tiempos en que nos ha tocado en suerte vivir; Atropellados, inconscientes e incluso a veces sin rumbo ni sentido. Sin mirar a los ojos de la gente, con lo mucho que me gusta.
Con lo poco que hace falta para arrancar una sonrisa, para palpar apenas la paz, para sentir que quizá, con un poco de suerte, mañana todo irá mejor y este gusano del vértigo feroz que nos muerde las tripas no vivirá nunca más en la boca del estómago. Ay!
El mérito está en levantarse mañana y seguir esquivando los cascos del caballo, para no consentir que ni él ni ningún otro, si puede ser, te patéen.
El mérito está en seguir adelante. Como en una carrera de fondo. Y en los tiempos que nos han tocado, desde luego, eso no es ya un mérito; es un Guinness!
Pues nada, para adelante! Con lo que me gustan a mí los caballos (y los cowboys)!!!
Caballitos a mí!!!