En un tiempo más que convulso en que unos cuantos monigotes hambrientos de poder nos convierten a nosotros en marionetas a las cuales hacen bailar con sólo tirar del cordel, parece que no hay más que crispación en el aire, sólo un tema de conversación. O estás de un bando o del otro. Menuda pantomima, menudo teatro. Menuda locura. Anda p’arriba, polichinela!
En medio de esa convulsión general voy buscando yo mi caminito. Esquivando las zancadillas, las minas antipersona, que las hay. Parece que el que mueve los hilos al final no aprieta el cuello hasta cortarte la respiración y dejarte de color azul pitufo. Parece que según te ayuda a cerrar esa ventana que se te había quedado atravesada… en la garganta, te abre un portón ASÍ de grande, donde espera un horizonte nuevo, un nuevo camino de baldosas amarillas, un vacío, un libro aún por escribir.
Vértigo, nervios, taquicardia, euforia y necesidad perentoria de calmarme me acompañan estos días. Y probablemente los venideros. Pero yo adelante. Ohmm.
Si miro atrás, apenas a esta misma tarde, a un año y medio atrás, me encuentro con un sendero cuajado de caras nuevas, de cosas que jamás pensé que haría, de experiencias, situaciones y sentimientos como poco surrealistas y desde luego, sorprendentes.
Lecciones aprendidas:
* Que puedo tirarme… a la espalda todo lo que se me ponga por delante. Y un pedacito más. Lo de salir de la zona de confort… es tarea obligada, un training, un aprendizaje, un Master & Commander.
* Que tengo más fuerza, paciencia, resiliencia y poder de convicción del que pensaba. Mucho más de todo, ya te digo.
* Que no debo parar de repetirme una y otra vez: ‘Nena, tú vales la pena’ hasta creérmelo. Y tatuármelo a fuego como declaración de Amor.
Por el camino me he encontrado con maestras. Seres de luz, bellas, divertidas, fuertes, soñadoras y con las que partirse el espinazo día a día no resulta tan doloroso. O sí. Pero es un dolor compartido, que parece menor.
Me quedan al fondo de la memoria ecos de tardes de trabajo, macizos, ensaladas y yardas. Me quedan consejos, lágrimas, carcajadas y secretos. Y abrazos grizzly de los que curan.
Me quedo con la calidad de mujeres potentes y poderosas que sin sol ni medicación ni lactancia que valga son diosas con espada láser en la mano. Divas sin complejos ni pelos en la lengua que te ponen en tu sitio rizador de pelo en mano. Barbarellas de labios de rubí en busca de un destino ideal, de un Euromillón premiado, de un sueño, de Xanadu. Del ‘Quan’.
Ya sabéis, no creo en la casualidad, pero desde luego sí con seguridad plena en la causalidad. Encontraros tuvo sentido. Lo tiene. Este giro a la derecha, este cambio de rumbo no es más que un cambio de modalidad. Nos quedan muchas yardas, seres luminosos, neones con patas, superwomen, heroínas del glitter de las superstars. Muchas yardas más! Estaré aquí mismo.