… que tengo veintitrés.
Ahora que la última vela se ha apagado, ahora que lavé la última copa, justo ahora que se marchó el último invitado y la casa se ha quedado en silencio, he subido por fin a mi habitación. Despacio, ya con cansancio y pereza, he comenzado mi ritual diario de quitarme la ropa, lavarme los dientes y la cara, el tiempo de cremas y potingues, pensando en cada uno de los momentos que ha tenido este último día. Este magnífico día de unos putos 45 que estaba deseando dejar atrás.
Hoy he piponeado con una amiga, me he emocionado con un ukelele y con Beyoncé, he tenido el privilegio de vivir en directo la alegría del Levante ascendiendo a primera y, no contenta con todo ese torbellino de emociones, engañada como una immmmmbécil, he abierto la puerta de mi casa y me encontrado con una caterva de locos maravillosos agazapados en la oscuridad de mi salón pergeñando una fiesta sorpresa en la que nunca pensé que caería.
Eh, de bruces, a cuatro patas, morrazo en la nariz, zasca. Soy una engañada.
Estoy agotada, pero tengo claras un par de cositas:
* Que estoy rodeada de una gente que hace que sea una verdadera privilegiada. Mi gente, mi familia entera, abrazos alcalinos!!!
* Que no sé si lo merezco, pero me quieren y lo siento aquí dentro y me gusta. Mucho. Como dice Rosario, ese cariño es una cosita tan bonita y tan calentita que me da una vida y una felicidad que no se pué aguantar.
* Que mi madre hace la mejor pata de cerdo del mundo conocido. Y del que está por descubrir también. Así no hay quien adelgace, leñe!
* Que no sé cómo me voy a poder vengar, pero mi tiempo llegará , encontraré la manera y cuando la halle,mi venganza será terrible.
* Y que os quiero coña, que os quiero. Con los brazos, la cabeza sobria y el corazón ebrio. Y con el alma, que es la que de verdad se enamora. Una jartá.