Que sí, que sí, que lo que no suma, resta, que lo que no te aporta nada, deberías dejarlo en el río para que la corriente se lo lleve lejos a fluir libremente bien lejos de tí.
Hace tiempo que aprendí que no puedes ni debes intentar retener a nadie, pa qué, si nunca va a funcionar; a dejar abiertas de par en par las puertas para que corra el aire y salga y entre a placer quien guste, a no permitir que me roben la energía, que me pisen los sueños, que me fagociten la vida. Que a mí no me gusta que me pongan puertas al campo. Que a estas alturas, a quien lo intente, lo mando a pastar.
Y sobre todo, me tatúo a fuego lo que de verdad pesa, lo importante, lo que a mi alma le es vital, la hace bailar y le regala For Once in my life, luz de discoteca y peta-zetas. Los momentos ricos, los ecos de las risas, el dulce en el paladar del recuerdo cuando me vence el sueño, los martes grises de febrero bien acompañada, el silencio de un libro. El de una mirada elocuente. El del aliento previo a un beso lento. El paseo de un dedo bajando por mi espalda.
El saber que las cosas son sólo eso, cosas. Que no me vendrán a abrazar cuando me meta de noche en las sábanas. Que aquel feo que me hiciste, en realidad no importa nada. Pero nada. No te esfuerces. Chincha rabia, cara de piña. No me hiere,- ya no,- por mucho que te empeñes. La culpa está en la intención. Siempre. Sin duda.
La importancia relativa de las cosas. Tan solo lo que amas importa. Lo que te hace vibrar, lo que te emociona y hace que se te erice la piel.
Te lo repito, que hoy te veo espesito: lo que acelera tus pulsaciones, eleva tu alma a tres metros sobre el suelo, lo que te da alas, no lo que te las cercena y encadena al suelo tus sueños. Aquel que te da sus alas si algún pobre desgraciado,- al que cabe desear mucha luz, que le va a hacer falta,- cortó las tuyas antes. Y es viento que te inspira alto. El resto, piénsalo, no reviste relevancia alguna. Porque nada te aportan.
Sólo lo que mereces vale la pena. El resto es paja. Que no me afecte, que no me manche. Que ni siquiera me roce.