Comienza el frío. De veras. Allá vamos. Con lo que a mí me asusta, brrr…
A lo que íbamos…
Conforme se acerca parece que te vas concienciando de que en algún lugar del camino recorrido se debió quedar ya no la niña, sino la chica que fuiste, fresca, luminosa, sexy y alegre y de repente llega un mocoso y te dice: «Oiga, señora». Disculpaaaa??? Me hablas a mí? Señora yo? Ayayayay!!! Cuando se supone que he dejado de ser esa chica? Ah, no, a eso sí que no juego! Y como oí hace no mucho, llegas a un punto en que por mucho deporte que hagas, por mucho que te cuides, tu cuerpo nunca va a ir a mejor. Es un hecho. Y los cuarenta parecen ser peligrosamente ese punto de inflexión en que llegaste a la cima y lo que resta se diría que va a ser cuesta abajo… y sin frenos. Ufff!!!
En fin… maaal…
Nunca fui de esas a las que hasta les sabe mal ir cumpliendo años. Y de hecho casi encuentro edades en las que me ví muuucho peor que hoy con diferencia y edades a las que ni loca regresaría. Confieso que a otras, ufff… sin pensármelo dos veces y no sé bien si sabiendo lo que hoy sé, que la inocencia, la magia y la candidez de según qué época se me antoja cosa realmente valiosa.
Pero en fin, hoy mismo, sintiéndome realmente bien en mi piel, sabiendo lo que sé, lo que he pasado y lo poquito que he aprendido, me enfundo en mi vaquero, no cambio mi aguja por ningún tacón ancho, por cómodo que sea y me atrevo con los cuarenta, los cincuenta, los sesenta… y mientras vaya cumpliendo y pueda contarlo… los doscientos noventa y ocho, que qué maravilla estar… y sentirse viva, leñe!!!
Se me ha puesto varias veces una sonrisa leyendo tu post! Lo he disfrutado mucho.
Un beso!
espero cada uno de estos pedacitos .. como me gustan!!!besos