Iba la semana pasada en el coche con una Amiga de las que hablan por los codos. Conste que la quiero mucho y a ella se lo aviso cuando se acelera tanto que ya ni la entiendo,- nena, coge aire,- pero vaya tela, cómo larga la tía! Y además a medida que habla se va viniendo arriba, entusiasmándose, ganando confianza en plan vedette; el escenario es mío!!! Me encanta.
Mientras conducía, me iba contando no sé a santo de qué, que su mesa del comedor pasó años cojeando inestable sin remedio porque al llegar de comprarla en Ikea, su marido se lanzó a la aventura de montarla y viendo que no ensamblaba a la perfección, decidió hacerlo a las bravas, forzando las tuercas, haciendo finalmente que se pasasen de rosca y rematando la faena final martillo en mano. Como cuando mi padre agarra la cinta aislante o la americana. Peligro, peligro! Y eso, querida,- me decía ella,- nunca funciona. ‘Como los amores grandes y las amistades verdaderas’, se me escapó inconscientemente a mí. Pues sí.
El caso es que se me quedó instalado entre los surcos grises y ya hoy, empujando el carrito de la compra, me he puesto a descuartizarlo entre el fairy, los aguacates, las espinacas y las pechugas. Ya ves, tardo semana y monas en macerar las cosas.
No se pueden forzar las relaciones, inténtalo si te aburres, pero ya te adelanto el fracaso final asociado al intento.
La atracción es,- perdón, debería ser,- fluida por definición. Un golpe de vista, un imán sin razón, un flash, una certeza. Aunque no siempre sea cierta, ojo. El camino a la Amistad y más allá, al Amor, también es, debería ser así, fluida. A fin de cuentas no decía aquel que el Amor es una Amistad con momentos eróticos? Yo estoy tan de acuerdo que no le cambio ni una coma.
Así que amiguete, si esa relación, llámala equis no fluye, no le untes vaselina, que ese zapato no te entra, Cenicient@. Mejor déjala fluir hacia donde se le antoje, que por mucho que te empeñes, no tiene que ser para tí. Si la cosa no funciona, lo mejor que puedes hacer es retirarte y dedicar tu interés, sonrisa, energía y lisonjas a otro objeto de curiosidad, deseo, o lo que te salga de la croqueta.
Porque por mucho que quieras desees a otro, a quien debes amar por encima de todas las cosas es a tí mismo. Y el que te quiera fluye fijo. Que te lo digo yo.
Ya sabes, agua que no has de beber, déjala correr. Déjala, déjala. (Saritísima dixit).