Son las cinco de la mañana. Una cama que no es la mía. Es tiempo de soñar, pero el gallo que me atormenta cada amanecer no opina lo mismo y se empeña en darme su peculiar bienvenida a un nuevo día. Ay, cómo lo pille… Me acurruco bajo el edredón tan atípico para mí en agosto y doy las gracias por este frío. Por el sentir. Aún no quiero despertarme. La casa entera, pequeños y grandes, duerme.
Este año, las vacaciones suponen una reunión familiar que a muchos les daría escalofríos y que nosotros, dementes a placer, elegimos y abrazamos.
Al final, lo mejor que la vida te va dejando, es la felicidad destilada gota a gota en momentos con la familia y los amigos, que al fin y al cabo, son la familia elegida.
Y si se está, cómo las uvas de Albariño, apretadas como una piña para los momentos duros, ni te cuento cómo gozas y disfrutas los brillantes. Pobre del que sólo tiene dinero; a mis ojos, no tiene nada. Y es que no hay nada en el mundo que compre un desayuno con mi familia. Panda de locos bailando una ancestral danza delirante alrededor de una mesa campestre adornada con mimo con hortensias, eucalipto y el mejor menaje que encontremos. Con colores vibrantes y ecos de risas y planes. Con olor a café y la bocina del lechero que nos trae el pan y los bollos.
Este tiempo con ellos, la ternura encerrada en una caricia, la reunión en la cama de mi madre mientras mi padre hace zumos, no tiene precio. La complicidad de los refranes inventados por mi hermana, la mirada pícara y embelesadora de Toñita y Dianito, la belleza y el brillo de Petarda, el cariño que se encierra en un abrazo de mi sobrino o el sarcasmo de mi otra hermana, la cocina hiper calórica de mamá, su carcajada y sus trampas, la paciencia de los políticos, el equivocarnos mil veces de camino… pero llegar siempre al fin a casa. Todo eso y miles de sensaciones más no hay fortuna que lo equipare.
No sabes la de veces que repito al día: ay, qué bonito! Vivo un Stendhal sin cura ni voluntad. De paisajes, lugares, situaciones, carreteras y momentos sin importancia aparente. Pero tan felices.
Es que es precisamente eso, el mejor regalo que te deja la vida. Momentos. Tiempo. Que se va y no regresa más. Te has fijado en que desde el momento en que naces, estás en tiempo de descuento? Ay!
Tiempo con los tuyos. Tiempo que le dedicas a alguien que te importa. Para la ternura siempre hay tiempo. Pars un abrazo. Para la risa. Es un regalo. Anda y dime que no. Que sólo le falta el lazo. O ni eso necesita.
Tú regálame tu tiempo; vas a ver.
Tú ya sabes que el tiempo ⏳ no espera a nadie… ?
Lo sé. Un experto me lo dejó claro hace poco. ☺️