Hoy una buena amiga me ha preguntado por dónde había varado mi nave, que ya no me veía teclear. Va, voy a echarla a navegar un ratito, que con los fríos del invierno, la pobre no sale de puerto… y esto se está convirtiendo en costumbre. Mal vamos… No es que no tenga nada que contar, lo juro. La culpa es del frío.
Me acordé de esa amiga lejana y mucho mientras iba deshaciendo el árbol de Navidad. La echaba de menos! Una quita el árbol como quien desgrana un racimo; grano a grano; bola a bola. Me gusta mucho. Me da tiempo para pensar largo, recapitular lo que han sido las fiestas por una parte y el año completo por otra. Las bolas ayudan… Como el quitar una tirita, hay que hacerlo rápido, sin darle muchas vueltas, cerrando un capítulo o dos, pasando página. Quitas los adornos, cierras las cajas, las bajas al trastero, pasas la aspiradora y aquí no ha pasado nada.
En mi árbol cada adorno tiene una historia y cada bola un significado. Y todos o casi todos son buenos. Y cada uno me recuerda a alguien en particular. Gran parte me huelen a norte, a hermana, a abrazo enorme. Absolutamente todas están llenas de cariño y eso es un comienzo magnífico como adorno de cualquier cosa. Hasta para hacer una autopsia de año.
Curioso el que hemos dejado atrás, no? Para mí, aleccionador, largo, de momentos muy duros y otros exxxxtremadamente maravillosos. Tiempo de contrastes. Sin nada en las manos y sin que haga falta nada más. O sí. Para variar no me explico pero yo me entiendo. Un libro, una mano, un buen vino. De reencuentros muuuy inesperados. Varios! De choques frontales. De fuerzas de la naturaleza que estallan sin razón aparente. Para bien, para brutal, para sensacional, tenga o no tenga final de fuegos artificiales, que me quiten lo vivido, coña! Non, je ne regrette rien.
El destino existe, no hay más que dejarse llevar. Sólo hay que atreverse a vivir. Sólo hay que decir que sí. Sólo hay que atreverse. Tú te atreves? Total, como dice mi madre: «Tú tranquila, que eso se lava». Atípica ella…
Yo no sé muy bien dónde me lleva la marea, pero que hay puerto, lo hay. Fijo. Aunque sea al cementerio. Y que yo llego, llego. Cuando ni cómo, ni idea. Y aunque llegue digo yo que no me paro. Entretanto, vamos navegando, no? Y mar serena. Risas como equipaje. De esas que no me falten. Ni familia y buenos amigos para compartirlas.
PS. Amiga, te quiero. Una jartá.