Estos días una amiga muy querida se aferra a la mano de un profesor, un amigo y un compañero de vida, descafeinados y tertulias, que resulta ser su abuelo adorado. Ella me ha hecho pensar de nuevo en el mío, también tan querido y siempre tan presente.
Admiraba al hombre grande, impactante, fuerte, de apariencia seria, tosca, hasta resultar seca y a la vez también tan sumamente elegante, de grandes manos y tremendo corazón detrás de la enorme coraza que le ocultaba y protegía a saber de qué. Hombre de largos silencios y hondas verdades. De palabra. De sentimientos tan profundos como esos silencios eternos.
El caso es que lo miraba embelesada y veía en él esos rasgos y actitudes que admiraba tanto. Difícil tarea ser tan grande. Para mí, era pura inspiración. De esa que te hace preguntarme ahora que ya no lo tengo a mano: «Que haría él en una situación así?»
Nadie le enseñó a querer, pero dedicó toda una vida a amar desesperadamente a mi abuela, su compañera en el día a día, su gran amor, su sueño. Y le supo regalar su vida entera.
A mis ojos, como los grandes héroes, sin darle ninguna importancia a lo realmente grande que era.
eres grande mi belulove…gracias por dedicarme una entrada no solo a mi sino a nuestros abuelos, seres maravillosos y únicos. somos afortunadas de haberlos disfrutado aunque me desengañé…creí que eran inmortales…Te Quiero