Cuando un amigo se va, sí, efectivamente, parece que algo se muere en el alma.
La promesa de un gran verano se me partió la noche en que murió un amigo, el amor de una hermana, alguien a quien quería, una persona de las que componen el jardín de mis amores, de mi familia, un trocito de mi vida, el mejor madrino del mundo.
Cuando un amigo se va, algo se muere en el alma. Qué tópico más verdadero, eh? Si además, es de verdad, alguien vivo, brillante, joven, radiante e irrepetible, entonces directamente el alma se quiebra. Se parte de dolor, de vacío sordo, de pérdida, de rabia, de incomprensión, de ganas de pegar a alguien, a algo, a qué. No paras de preguntarte una y otra vez porqué, buscando desorientada y desesperadamente una razón que justifique que alguien tan amado ya no esté, que ya no vayas a volverle a oir gritándote «pocholaaa». No la hay. No hay razón para el corazón roto. Ni sentido.
Simplemente, a veces, al de arriba se le rompen los hilos de una de sus marionetas. Aunque sea de las más brillantes. A pesar de que fuera el más prometedor de sus muñecos. Y de que deje un hueco frío, doloroso y cruel.
a veces es difícil entender que, aún sabiendo que tenemos fecha de caducidad, siempre llega ese momento de "viajar" quien sabe donde y asumir que no se vuelve, no aqui. y más complicado es cuando el día llega tan pronto…así que, carpe diem diario me digo cada mañana, disfrutemos el momento con "frozen risas", aprendamos como esponjas de los sabios y disfrutemos juntos como sólo nosotros sabemos…por si acaso…loftomyhotmoñuleñu! por cien mil lagartos secos!
Grandioso homenaje Bel, deberías plantearte escribir una novela .