Las estrellas nunca duermen
Casi cuatro de la mañana. Noche de insomnio. No sé si taparme o dormir al ras. Me debato entre el calor infernal de este apenas junio bajo el liviano cielo protector de una sabana resbalosa o dejar que los mosquitos me cosan un precioso tapiz de picotazos. Mi ventanal está abierto de par…